Categoría:Polipodiáceas

En esta familia, ya muy alejada de las ofioglosáceas, porque hemos pasado por alto muchas especies, a causa de haberse extinguido hace siglos, o por no vivir en nuestro país o por no ser medicinales, el protalo que nace de las esporas suele ser pequeñito, a manera de una laminita verde, con frecuencia de figura de corazón, y con los órganos masculinos y femeninos. También de la célula femenina fecundada nace el helécho propiamente dicho, por lo regular longevo, perenne o vivaz, raras veces anual.

Las frondes de la planta adulta nacen arrolladas sobre sí, y las más veces, lo mismo que el tallo o rizoma, cubiertas de unas escamas membranosas o piliformes, que se hallan sobre todo en el rabillo que sostiene la hoja o en la fronde misma.

Pero lo más notable de las frondes son los esporangios, porque se reúnen en grupos o montoncitos, llamados soros, que se forman en la cara inferior de dichas frondes o en sus bordes. A menudo, estos soros no sólo quedan, en cierto modo, abrigados por las propias frondes, porque nacen en su envés, sino por producciones tegumentarias de forma constante para cada especie, generalmente membranosas, rubias o parduscas, los llamados indusios.

Los esporangios tienen forma muy variada, y ofrecen diferencias muy ostensibles de una a otra familia, sobre todo por la forma, estructura y situación del anillo, constituido por una fila de células en parte engrosadas, gracias a las cuales, cuando el esporangio llega a la madurez, realizan mecánicamente los esfuerzos necesarios y lo abren por desgarro de sus membranas; entonces las esporas quedan sueltas.

En esta familia de las polipodiáceas, los esporangios suelen tener numerosas, esporas y el anillo es vertical e interrumpido en la base; se abren transversalmente.