Cabriña
Cabriña (Davallia canariensis), y arriba, a la izquierda, detalle de los esporangios. Un poco reducida. (Original de Sierra.)
cast., pulipuli, según Clemente (al parecer, derivado de polipodio), cochinita, y, abusivamente, calaguala; port., en Madeira, cabrinha
Descripción
La cabriña es un helécho de 1 a 2 palmos de altura, con el rizoma grueso y prolongado, que discurre a flor de tierra o, con mayor frecuencia, sobre los troncos de los árboles vetustos, y está cubierto de numerosísimas escamas piliformes.
Echa una sola clase de frondes de figura triangular, divididas y subdivididas como indica la figura adjunta. Los esporangios se reúnen en soros o montoncitos dentro de unas a modo de pequeñas urnas que se forman junto al ápice de los segmentos frondinos.
Madura los esporangios desde marzo hasta fines de verano.
Se cría
En los peñascos y en los muros sombríos, en las laderas cara al norte y en las horcaduras de los árboles añosos y enmusgados, mayormente en los quejigos, carvallos y alcornoques de las costas atlánticas, desde los alrededores de Tarifa hasta el litoral cantábrico. Su extremo oriental mediterráneo lo alcanza en el Gurugú, sobre Melilla. El mapita adjunto dará idea más clara de su área atlántica; aunque, más hacia el sur, llega hasta las islas de Cabo Verde.
Composición
La desconocemos.
Virtudes y uso
En medicina, cuando se puso de moda la calaguala americana, como sudorífica y febrífuga, y se creía útil contra las enfermedades venéreas, el rizoma de la cabriña se empleó para sustituir la que se tenía por auténtica. Pérez Lara, en Cádiz, nos dio para la cabriña el nombre usual de calaguala; y otra calaguala fue el Erodium supracanum, de Montserrat, catalanizado su nombre y convertido en caragola.
Historia
Por su área de dispersión, bien a las claras se echa de ver que no pudieron ocuparse de esta planta los simplicistas de la Antigüedad clásica.