Lengua de ciervo

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Phyllitis scolopendrium Newman

Lengua de ciervo, reducida a la mitad. (Original de Sierra.)

Sinonimia

cast, lengua cerval, lengua cervina, lengua cervuna, hierba de la sangre, escolopendra, escolopendria; port. y gall., língua-cervina, língua-de-boi, broeira; lingua de cervo, lingua cervoa, lingua cervúa o, simplemente, cervúa, cerviña, herba dos escaldados; cat., Ilengua de cérvol, herba cervuna, herba melsera o melsera, simplemente (que, en francés, es herbe de la rate), herba freixurera; vasc., oren-mihi (lengua de ciervo), oreimi (contracción eufónica de orein-mi), zakurrmi (lengua de perro), idimi, epai-bedarr (hierba de cortaduras, en Cortezubi), errebedarr (en Lekeitio), póstela (en Zestona)

Descripción

La lengua de ciervo es un helécho de muy fácil identificación, porque sus frondes se parecen a las hojas de algunas romazas, por no estar divididas y subdivididas en segmentos como hacen casi todos nuestros heléchos, y por aquella escotadura de la base. Estas frondes tienen de 1 a 3 palmos de altura, y el rabillo, y la vena que discurre por su parte media, con numerosas esca- mitas membranosas. Los soros se hallan en el reverso, entre aquel nervio medio y los bordes, y son grandes, paralelos entre sí, en posición oblicua con respecto a dicho nervio medio. Los indu- sios son largos y angostos, como los soros que recubren, y se abren a lo largo en dos ventanillas.

Madura los esporangios desde abril y mayo en adelante.

Se cría

Sobre todo, en las cuevas y simas de los terrenos calcáreos, con poca luz y sin sol, y la humedad abundante, así como en los muros sombríos y en las fisuras de las peñas que miran al Norte, en las comarcas con lluvias y nieblas frecuentes de toda la Península.

Composición

La desconocemos. O. Fernández y A. Ortiz (1941) sólo estudiaron los soros, en los cuales hallaron hasta el 2,5 % de grasa, con ácido eténico y, al parecer, ácido mirístico. Las frondes parece que contienen mucilago y principios astringentes.

Virtudes y uso

Según Quer, esta hierba es «refrigerante, desecante, astringente, atenuante, esplénica, hepática, pectoral, aperitiva y vulneraria». Así decía Quer a mediados del siglo XVM; pero de entonces acá esta especie ha perdido todo su crédito en medicina facultativa, y ha desaparecido de casi todas las farmacopeas. Sin embargo, en el «Codex» francés, muchísimo más conservador, por lo que toca a los antiguos simples, que la «Farmacopea Española», todavía figuran las llamadas especies vulnerarias, una mezcla a partes iguales (por ejemplo, 100 g de cada una) de las siguientes hojas y sumidades: ajenjo, betónica, calaminta oficinal, camedrios, hisopo, hiedra terrestre, orégano, vinca menor, romero, salvia, escorcho, tomillo, verónica oficial y esta lengua de ciervo; se desmenuzan y se mezclan con el mismo peso (100 g de cada cosa) de flores de árnica, de tusílago y de Antennaria dioica. En ediciones anteriores esta fórmula se complicaba aún más, con sanícula, buglosa y milenrama. Bien mezcladas, las especies vulnerarias se toman en tisana, a la proporción de 100 g por 1 l de agua, a tazas, contra las caídas y topetazos. Es un remedio típicamente popular, que el código francés recogió como queda indicado. En nuestro país, sobre todo en los Pirineos y en las comarcas catalanas, las gentes conservan su fe en las virtudes de la melsera, para combatir los infartos u opilaciones del bazo; la toman en tisana y a tazas. Es una tradición que arranca por lo menos de los tiempos de Cristo. Bubani refiere que los aragoneses llaman a esta planta hierba de la sangre (por error de copia, herma sangre) y que la emplean contra la apoplejía; en general, dice Bubani (era a mediados del siglo pasado), se trata de gentes muy dadas al vino, que, con tisanas de esta hierba, ellos mismos lo diluyen.

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Lengua de ciervo. (De Mattioli.)

== Historia == Los autores han reconocido la lengua de ciervo en la filítide de Dioscórides, tratada en el cap. 115 del Libro III. Según su intérprete Andrés de Laguna» aquel autor dice así: «La phylítide produce seis o siete hojas semejantes a aquellas de la romaza, empero más luengas, más viciosas y muy derechas; las cuales, por la haz son lisas, y por el envés tienen ciertos como gusanos subtiles y apartados unos de otros. Nace en lugares más sombríos de los jardines, y es estíptica al gusto. Esta planta no produce tallo, ni flor, ni fructo. Sus hojas, bebidas con vino, son útiles contra las mordeduras de las serpientes. Echado también a los animales cuadrúpedes, por la boca, su zumo, los socorre en el mesmo peligro. Dase semejantemente a beber contra la disentería y diarrea».

Los comentarios de Laguna dicen así: «La phylítide, si bien miramos su descripción, no es otra cosa sino aquella planta que vulgarmente se llama lingua cervina por las boticas; visto que concurren en ella todas las señales arriba dichas, en especial aquellos verduguillos vellosos que comparó a los gusanos Dioscórides, los cuales, por ciertos trechos, se ven al través extendidos en el envés de las hojas. Empero conviene considerar que los intérpretes, por aquel participio άπηρτημένους trasladaron muy mal (pendiente), visto que άπαρταώ, no solamente significa colgar, empero también apartar (de donde manó a la clara el tal verbo español) y colocar en diversos lugares; como se ve claramente por el sitio de los dichos gusanos, los cuales no penden de las hojas en algún modo, sino están como broslados, enjeridos y recamados en ellas, y distantes unos de otros, en los cuales se discierne una menudica y imperceptible simiente, aunque fue ignota a Dioscórides. Llaman también scolopendria, vulgarmente, algunos, a esta lengua cervina, y dan la virtud de consumir el bazo, dado que (léase, aunque) ni la conviene el tal nombre, ni en ella tal facultad se halla. Porque la legítima scolopendria que tiene fuerza de resolver el bazo es aquella que los griegos llaman asplenion, los árabes, cetrach, y doradilla los castellanos».

Laguna se muestra intransigente en cuanto a las virtudes que, ya en sus tiempos, se atribuyeron a la lengua de ciervo para «consumir el bazo», dice. Realmente, Dioscórides concede esta facultad a otro helecho, pero tan afín a la lengua cervina, que uno se maravilla de la obstinación con que defiende la doctrina auténticamente dioscoridana de no conceder aquellas propiedades sino a la hemionitis, la Phyllitis sagittataGuinea y Heywood de nuestros tiempos.

Laguna se empeña en sostener el mismo criterio terapéutico de Mattioli; pero éste, por lo menos, reconoce el origen popular de tal uso, lo cual viene a demostrar, una vez más, la sagacidad de las gentes del campo en tratántose de apreciar las afinidades naturales de las plantas, y, por ello, sus facultades medicinales. Manardo de Ferrara, Leo- niceno, Ruellio y, después de ellos, Fuchsio, dice Mattioli, «todos ellos consumados escritores de materia médica, se engañaron al tomar esta lengua de ciervo por la hemionitis». Mas, «podría haber sido causa de ello, añade Mattioli, que los indicados autores hubiesen hecho más caso de lo que corre de boca en boca entre el vulgo, a saber, que la lengua cervina es remedio apropiado para el bazo, que no sus caracteres y semejanzas».


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Hemionitíde. Tomada de Mattioli, muy reducida. Nótese la dilatación de la base de la fronde y las dos aurículas basales.


Estas supuestas virtudes contra los infartos del bazo perduran todavía en la creencia popular no sólo en las indicadas regiones peninsulares, sino en Francia y en otros países; refiere Souché (en Rol- land, tomo XI, pág. 112) que en el Departamento de Deux Sévres está todavía en uso; sólo que allí la lengua de ciervo sin soros, es decir, la joven, que aún no los ha producido, se reserva para las hembras; y la que los tiene se destina a los varones.

Observación

La referida Phyllitis sagittataGuinea y Heywood, esto es, la hemionitis de Dioscórides, es planta propia de los países mediterráneos, muy rara en nuestro país. Quer, no sabemos con qué fundamento, nos dio de ella el nombre de mularia,y salvo los términos estrafalarios de Fernández Navarrete, no conocemos otro, si prescindimos de los que siendo propios de la lengua de ciervo, también se aplican a esta hemionitis. Se le suponen las mismas virtudes que a la especie precedente; pero las facultades desopiladoras del bazo, Dioscórides las atribuye concretamente a esta planta. No hace falta describirla, porque se parece tanto a la lengua de ciervo, que con sólo la figura de Mattioli aquí reproducida, basta para diferenciarla de ella; sobre todo por la ancha escotadura basal de las frondes y por las orejuelas dilatadas y divergentes. El área de esta especie se limita a los países mediterráneos. En Cardó mismo, con las cumbres que no llegan a los 1.000 m y tan cercanas al mar, ya no se halla esta especie, que crece allí cerca, en el Montsiá, sino la lengua de ciervo; y en las alturas de Mallorca, en las simas, acontece los mismo. Según Laguna, Dioscórides describe la especie en los siguientes términos: «La hemionite, llamada spleniode algunos, hace las hojas como el dracúnculo, y semejantes a la Luna creciente. Tiene muchas raíces subtiles, pero no produce ni tallo, ni flor, ni fructo. Nace por pedregosos lugares, y es estíptica al gusto. Bebida con vinagre, resuelve el bazo». A esta descripción, Laguna pone los siguientes comentarios: «Persuadióse Leonardo Fuchsio que la lengua cervina fuese aquesta hemionite que aquí nos pinta Dioscórides, no mirando que la lengua cervina no tiene que hacer con la figura lunar, que es lengua, como la hoja de la romanza. Hállase gran copia de la verdadera hemionite dentro de las antiguas bóvedas y cuevas de Roma, y por las montañas de Tívoli, con las hojas semejantes a las del pequeño dracúnculo, las cuales son, junto a su nacimiento, escotadas a manera de Luna creciente, por el cual envés algún tanto vellosas, como las de la llamada phyllitis, y por la haz, verdes como la hiedra. Tiénese por averiguado que a los puercos que pacen por aquellas partes a donde nace no se les halla ni aun media onza de bazo».

Es posible que Mattioli se refiera a Laguna cuando en sus comentarios a este mismo capítulo dice: «Ésta (la hemionitis), según me han referido algunos modernos, simplicistas dignos de fe, nace copiosamente en tierras de Roma...».