Helecho macho

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HelechoMacho.png
Dryopteris filix-mas Schott

Sección longitudinal del rizoma de helecho macho, con el arranque de las frondes, reducido. (Original de Sierra.)

Sinonimia

cast., dentabrón; port. y gall.,/eto-macho, dentebrum, dentebrura; fento macho(y fieito y felgo macho); cat., falguera mascle, falaguera mascle, falzia mascle; vasc., irían, y, en Aralar, iztarro

Descripción

Este helecho es uno de los más robustos que se crían en nuestro país. La base de la planta está constituida por un rizoma grueso y rollizo que, por estar ligeramente soterrado, el no advertido lo tomaría por raíz; en algunos casos alcanza hasta 10 cm de espesor por 20 o 30 de longitud, adelgazado en su extremo inferior y más grueso en su ápice, esto es, en el extremo donde trae las hojas. Todo este rizoma discurre horizontalmente, es de color muy oscuro, y en su extremo superior se empina un poco; todo él está recubierto por las bases persistentes de las frondes, muy próximas unas a otras e imbricadas. Hacia su extremo inferior aparece un manojo de raíces muy duras, rígidas, también negras y ramificadas. Del otro extremo brotan las frondes en torno al ápice, y, apartándose gradualmente unas de otras, forman a modo de un gran embudo. Junto a ellas quedan las del año precedente, ya secas, y por lo común quebradas. En el fondo del indicado embudo se halla la yema apical, oculta por restos de frondes secas. Las de este helecho, alrededor de ocho en cada planta adulta, son también muy robustas, y se componen de un rabillo de 15 a 25 cm de longitud, que puede tener hasta 1 cm de grosor, verde como toda la fronde, y cubierto de numerosas membranitas o telillas largas y agudas, a modo de pelaje, de color castaño claro, mayores y más numerosas en la base y en la parte interna de dicho rabillo; aunque más pequeñas, estas membranitas abundan asimismo más arriba, en el raquis o nervio medio de la fronde y en los otros nervios que arrancan de aquél. Las frondes pueden crecer hasta 1 m de longitud, y su contorno general tiene forma prolongadamente lanceolada, pero están divididas en segmentos tan profundos, que llegan hasta el raquis, para volver a dividirse cada uno de ellos en otros segmentos igualmente profundos, que tienen los bordes dentados o lobulados, con los dientes obtusos y sin aristas, es decir, romos. Los soros o montoncitos de esporangios, de poco más de 1 mm, se sitúan en la base de los segmentos de segundo orden, a ambos lados de la venilla medial de los respectivos segmentos; tienen forma redondeada, y están protegidos por un indusio membranoso, de figura arriñonada, sujeto a la superficie de la fronde por los bordes del pequeño seno que se forma en un costado.

Madura los esporangios durante el verano.

Se cría

En los bosques sombríos y húmedos, a la vera de los arroyuelos, en los barrancos, etc., de las montañas de casi todo el país, desde los Pirineos a Sierra Nevada, y desde Cataluña hasta Galicia y Portugal; pero no es tan frecuente como otros helechos y se echa de menos en extensos territorios. Suele acompañar a los robles, carvallos y melojos, así como a las hayas, aunque se da también en las alisedas de las bajuras.

Recolección

De este helecho se emplea su grueso rizoma, con las partes basales de las frondes que arrancan de él. Conviene utilizarlo fresco, que es cuando tiene su máxima actividad. Por consiguiente no es recomendable proceder a su desecación, que en todo caso debería ser lo más rápida posible, y a lo sumo permitiría conservar medianamente sus cualidades sólo durante un año. Su riqueza en principios activos varía según la época de recolección. En general, se estiman más activos los rizomas colectados en otoño, cuando las frondes han podido laborar durante la primavera y el verano, y los principios activos se han acumulado en el rizoma. La altitud parece tener menos importancia en este sentido, pero, en general, se dan por más ricos los que se han criado en las montañas que los de tierra baja; y los de los suelos silíceos que los que proceden de terrenos calcáreos.

Composición

Los principios activos de este rizoma pertenecen al grupo de los floroglúcidos, es decir, a aquellas sustancias de tipo fenólico emparentadas químicamente con la catequina, la antocianidina y la floroglucina. Una de ellas es el aspidinol, pero no la única ni la más activa; aunque sí bien conocida por su fórmula estructural. Todas ellas, al descomponerse, pueden producir metilfloroglucina y ácido butírico. Una de estas sustancias es la filmarona, con 4 anillos bencénicos; quizá la más activa, porque el número de aquellos anillos exalta la actividad de estos compuestos.

En medicina, suele emplearse el extracto obtenido por lixiviación del polvo del rizoma con éter rectificado, que luego, al evaporarse al baño maría y con las precauciones necesarias, deja el llamado extracto etéreo, con la totalidad de sus principios activos, es decir, la llamada filicina bruta.

Virtudes

Los floroglúcidos de este helecho tienen la virtud de paralizar la musculatura de diversos gusanos intestinales, los cuales quedan inmóviles o se desprenden de las paredes del intestino si estaban adheridos a ellas.

En medicina se hace uso de esta virtud cuando se trata de expulsar la tenia. Pero como aquellos principios sólo actúan como paralizantes musculares, tanto las tenias como los otros gusanos intestinales requieren que un purgante complete su acción echándolos del intestino. Este purgante puede ser salino, como el agua de Carabaña o la de Rubinat, o bien se emplean los calomelanos; pero no el aceite de ricino, porque, en el intestino, tanto éste como otros aceites, favorecen la absorción de los principios activos del helecho macho.

Uso

Queda reservado exclusivamente a los facultativos, porque, desgraciadamente, el hombre, aunque no tan sensible a aquellas sustancias como los gusanos, no es inmune a ellas, y, rebasando las dosis toleradas, pueden sobrevenir accidentes molestos, a menudo espectaculares, incluso la ceguera y, en casos excepcionales, la muerte.

En general se administra el extracto etéreo de helecho macho en ayunas, y, poco después, uno de los indicados purgantes, o bien la escamonea o la jalapa. Por lo común bastan de 3 a 5 g de dicho extracto, en cápsulas de gelatina de 0,5 g, para desprender e inmovilizar la tenia, de las cuales se suele tomar una cada cinco minutos. La dosis máxima es de 10 g. Pero no debe administrarse a las personas débiles, a los anémicos y a cuantos pacientes sufren trastornos cardíacos o renales; tampoco a los niños, o a dosis mucho menores.

Historia

Dioscórides nos habló de esta especie, y se expresó en los términos siguientes, tomados de su intérprete Andrés de Laguna: «El helecho macho produce de un solo pezón sus hojas, sin tallo, sin flor y sin fruto. Luengas de un codo, profundamente hendidas, desplegadas en forma de alas y algún tanto graves de olor. Estiende por la haz de la tierra su raíz negra y longueta, de la cual nacen muchas hijuelas algún tanto austeras al gusto. Nace el helecho por los montes de pedregales. Tomadas con aguamiel cuatro dramas (dracmas) de su raíz, exterminan las lombrices anchuelas, aunque obrarán mejor si se dieren con otros tantos óbolos de escamonea o de eléboro negro. Empero los que ho vieren de tomar esto conviene que coman ajos primero. Sirve también la raíz, bebida, contra las hinchazones del bazo; y, aplicada con unto, en forma de emplastro, es remedio de las heridas hechas con saetas de caña; lo cual se colige de aquesto: Que el helecho que tiene al derredor de sí muchas cañas plantadas perece luego; y, por el consiguiente, se consumen y se secan presto las cañas rodeadas de muchas matas de helecho».

Los comentarios de Laguna sobre Dioscórides, que se refiere al helecho hembra. Copiaremos estos comentarios porque vienen tan bien ensartados, los de una y otra especie, que no quedaría bien su separación. Dicen así: «Dos especies de helecho nos propone Dioscórides, que son el macho y la hembra. Diferénciase la hembra del macho por aquellas señales arriba, dichas, y también porque en el envés del macho se hacen ciertos como recamos a manera de gusanillos de color canelado, ni más ni menos que en la doradilla y en la lengua cervina, en los cuales se encierra una menudica y imperceptible simiente, como se puede conocer a la clara, porque si fregáremos entre las manos aquellos recamos vermiculares que vemos en el helecho y en otras algunas plantas de aqueste mesmo jaez, hallaremos que se desgranan de ellos unos ciertos granillos menudos como aradores, los cuales, curiosamente sembrados, producen otras hierbas en nada diferentes de aquellas cuya simiente fueron. De do podemos conjecturar que a muchas plantas que la sabia Naturaleza dejó viudas de tallo les dio la simiente en las hojas...

»No puedo disimular la vana superstición, abuso y grande maldad (no quiero decir herejía) de algunas vejezuelas endemoniadas, las cuales tienen ya persuadido a los populares que la víspera de Sant Juan, en punto de la media noche, florece y grana el helecho; y que si el hombre allí no se halla en aquel momento se cae su simiente y se pierde, la cual alaban para infinitas hechicerías. Yo digo a Dios mi culpa, que, para verla coger, una vez acompañé a cierta vieja lapidaria y barbuda, tras la cual iban otros muchos mancebos y cinco o seis doncelluelas mal avisadas, de las cuales algunas volvieron dueñas a casa. Del resto no puedo testificar otra cosa sino que aquella madre reverenda y honrada, pasando por el helecho las manos, lo cual no nos era a nosotros lícito, nos daba descaradamente a entender que cogía cierta simiente como aquella de la mostaza, la cual (a mi parecer) se había llevado ella misma en la bolsa; dado que (léase, aunque) ya pudo ser que se desgranase el helecho entonces, pues todo el mes de jimio están aquellos fluecos en su fuerza y vigor.

»Conócese tan gran discrepancia y odio entre el helecho y la caña, que no pueden jamás conservarse juntas aquestas plantas; y las astillas de la una sacan las de la otra, aunque estén muy hincadas en cualquiera parte del cuerpo. El helecho, debajo de sus alas, no acoge serpiente alguna, y con su humo extermina las chinches. No se debe dar por ninguna vía ni la hembra ni el helecho macho a las hembras, por cuanto dada cualquiera de estas especies a las preñadas las hace mal parir luego; y a las otras, quita la potencia de jamás empreñarse».