Categoría:Equisetáceas

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Las hojitas que traen los esporangios tienen la figura de un escudete redondeado o poligonal sostenido por un piececito que se une a ellas por su centro; de los bordes de este escudete surgen los esporangios, que se abren por medio de una fisura longitudinal. Estas hojitas esporangíferas se reúnen en una a modo de espiga bien individualizada en el ápice del tallo. Las esporas tienen figura redondeada, y la membrana exterior se rasga de tal manera, que vienen a formarse un par de tiras o bandas, las cuales, cruzándose en un punto de la espora, la rodean y envuelven en tiempo húmedo, y se desarrollan y extienden con la sequedad. El fenómeno favorece a los equisetos, porque sólo cuando el viento deja caer las esporas en un sitio húmedo, arrolladas sobre ellas sus cuatro aspas, no ofrecen al aire en movimiento resistencia bastante a moverlas, y quedan fijas en sitio favorable para su germinación y desarrollo. En otros casos, estiradas y extendidas las indicadas tiras, ensanchadas en su extremo a manera de espátula, el viento vuelve a llevárselas hasta que caen en sitio adecuadamente húmedo.

De la espora en germinación no se desarrolla inmediatamente el equiseto, sino un corpúsculo verde, llamado protalo, poco aparente sin el socorro de un microscopio, de figura irregular y más o menos profundamente lobulado. Como que hay esporas machos y esporas hembras, aunque todas tienen la misma figura redondeada, nacen de ellas protalos masculinos y protalos femeninos, con los órganos de los respectivos sexos. De la célula femenina fecundada se origina el equiseto adulto.

El tallo de los equisetos es rollizo, con estrías o canalículos longitudinales más o menos profundos y los respectivos listeles en relieve, que discurren a lo largo de los entrenudos, con ciertas asperezas externas. Cortado al través, el tallo nos muestra a las claras la existencia de otros canalículos internos, de sección circular o redondeada, que, salvo, en los nudos, lo recorren en toda su extensión. Las hojas, diminutas, surgen de los nudos, en derredor de ellos, y se sueldan entre sí en una vaina común, con las puntúas libres, no soldadas, de las respectivas hojas. De estos nudos arrancan las ramas, que se desparraman en rueda, y en cada una de ellas viene a repetirse, a menor escala, la estructura del tallo principal.

Esta interesante familia, relacionada con numerosas estirpes de otras épocas geológicas conocidas únicamente por sus restos fósiles, sólo comprende en la actualidad el género Equisetum, que cuenta con una treintena de especies dispersas por la mayor parte de la Tierra. El más grande de estos vegetales es el Equisetum giganteum, de la América del Sur, con tallos delgados, pero tan largos, que se encarama a los árboles. No existen equisetos anuales; todos son vivaces o perennes.

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