Equiseto mayor

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EquisetoMayor.png
Equisetum telmateia Ehrhart

Sinonimia

cast., cola de caballo, rabo de caballo (equivalentes al latín equisetum), rabo de mulo, rabo de asno, cepacaballo, en la vega toledana (según Laza Palacios), rabo de lagarto; port., cavali- nha, rabo-de-cavalo, como a otras especies; cat., cua de cavall, cua d’euga, cua de rossí, sangnua, trencanua, aspreta, asprella (como a ciertas especies de Chara, por las asperezas del tallo, que las hacen útiles para fregar y pulir; en francés, asprelle, apréley préle), herba estanyera; vasc., estañu belarr (porque sirve para limpiar los utensilios estañados). Algunos de estos nombres son comunes a diversas especies de equisetos; pero aquel que consigna el Diccionario de la Academia como equivalente a cola de caballo, a saber, polvo de tierra, no sabría relacionarlo sino con la «tierra de escurar» que antaño se oía vocear por las calles alicantinas, y con la herbo d’escuret del Languedoc, por el vil oficio de lavar platos a que también se destinan los equisetos


Descripción

Este equiseto es el mayor de cuantos se dan en nuestro país, porque, a menudo, alcanza 1 m de altura y, a veces, la de un hombre. Echa dos clases de tallos, irnos, anticipadamente, desde fines de invierno, simples, es decir, sin rama alguna, hasta de 2 palmos de longitud, de un blanco inclinante al bermejo, con numerosas hojitas en los nudos (de 20 a 30), soldadas en una vaina que le viene ancha al tallo, y de figura de cencerro; estos tallos rematan en una a modo de espiga de esporangios de 4 a 8 cm por 1 o 2 de anchura, con numeroso escudetes dispuestos en anillos. Estos tallos primiciales se modorran después de madurar las esporas, que es justamente cuando de la cepa subterránea empiezan a brotar los otros tallos, de color marfileño y de la altura antes indicada, muy ramificados, y con las ramas verdes y fláccidas, que no producen esporangios.

Maduran los esporangios en primavera, y los tallos verdes se mueren y se secan en invierno.

Se cría

Al borde de los arroyuelos, en los sotos, en el fondo de los barrancos húmedos y sombríos de la mayor parte del país, desde el extremo oriental de los Pirineos hasta Galicia, y desde todo el norte de la Península hasta Andalucía y el Al- garve; vive también en las islas Baleares. Prefiere las tierras sin cal y las comarcas lluviosas.

Composición

Químicamente, este equiseto no es el más estudiado, porque la mayoría de los análisis se refieren al Equisetum arvense, de uso más general en Europa. Pero incinerados, los tallos del Equisetum telmateia dejan más cenizas, y contienen más sílice que los de aquél. Contienen asimismo ácido aconítico, que es el mismo ácido equisético descubierto más tarde en estas plantas; y un sapo- nósido parecido al equisetósido, si no este mismo. En los equisetos, por lo menos en parte, el ácido silícico se halla en disolución, lo cual les confiere una actividad desusada; es mucho más activo que el ácido silícico coloidal. En estas plantas se hallan también sales potásicas, ácido gálico, una resina, etc.

Virtudes

Como su congénere el equiseto menor, es diurético; facilita la remineralización de los organismos depauperados, sobre todo de los tuberculosos; y actúa como hemostático, tanto en las epistaxis o flujos de sangre nasales como en las hemorroides sanguinolentas, en las menstruaciones excesivas y aun en las hemoptisis.

Según A. Sosa («Sobre la presencia de nuevos cuerpos en las esporas del Equisetum máximum Lamk. y consideraciones sobre los constituyentes químicos de los equisetos»; en «Farmacia Nueva», desde el punto de vista farmacodinámico, las propiedades remineralizantes de estas plantas hay que atribuirlas a la sílice; las diuréticas, a la sílice, al potasio, al ácido gálico y, posiblemente, a los heterósidos flavónicos; y los ácidos péctico y gálico, en estado libre o combinados confieren a estas drogas sus facultades hemostáticas.

Uso

En medicina, sólo deben ser empleados los tallos y ramas verdes de este equiseto, no los portadores de esporas, sin ramas y de desarrollo anticipado. Deben recolectarse en primavera, y se desecan con facilidad, incluso a pleno sol.

En Medicina doméstica, la forma más fácil de administrar la cola de caballo como diurética, tanto el equiseto mayor como el menor, es la recomendada por el Dr. Leclerc, a saber: el cocimiento de 30 a 50 g de la planta seca hervidos durante media hora en medio litro de agua. Se deja enfriar, se cuela y se propina en tres tazas, una por la mañana, otra al mediodía y la tercera por la noche. La acción antihemorrágica se logra con el mismo cocimiento, preparado con la dosis máxima de 50 gr. en medio litro de agua. Este mismo cocimiento, aún más concentrado, por ejemplo, doblando la cantidad de equiseto, en compresas o en torundas de algodón empapadas con él, sirve para atajar las hemorragias de la nariz, de las hemorroides, etc.

Historia

Salvo en algún detalle, y aun no del todo incongruente, la descripción que en el cap. 47 del Libro IV nos da Dioscórides de su hippuris cuadra perfectamente a esta especie de equiseto, voz latina ésta, equivalente también a la griega hippuris.Pero entiéndase que cuando Dioscórides se refiere a sus espesas hojas a manera de juncos, no alude a las menuditas hojas de este equiseto, sino a sus ramillos. Interpretado por Laguna, se expresa así: «La hippurisnace en lugares acuosos y por los fosos. Produce unos tallicos huecos, algún tanto rojos, ásperos, duros y de trecho a trecho ceñidos de ciertos ñudos, los cuales unos en otros encajan, Alderredor destos tallos nacen muchas hojas menudas y espesas, a manera de juncos. Crece mucho en altura, de suerte que se sube por las matas vecinas, de las cuales pende después su negra y poblada copa, semejante a las colas de los caballos. Su raíz es leñosa y dura. Toda la hierba tiene virtud estíptica, por donde su zumo restaña la sangre de las narices. Bebido con vino, sirve a la disentería y provoca la orina. Las hojas (entiéndase, los tallitos o ramas), majadas y aplicadas en forma de emplastro, sueldan las heridas sangrientas. La raíz, como toda la hierba, es conveniente a los tosigosos, a los que no pueden resollar sino estando derechos y a los subjectos a rupturas de nervios. Dícese que sus hojas, bebidas con agua, sueldan las heridas penetrantes al vientre y a la vejiga, y, juntamente, las quebraduras.

»Son muy conocidas por todas partes —dice Laguna en sus comentarios— las dos especies de hippurisque aquí nos pinta Dioscórides, porque ordinariamente con ellas, a causa de su grande aspereza, suelen limpiar el estaño las curiosas mozas de cántaro. Produce la mayor dellas, en su primer nacimiento, un cierto cogollo grueso y muy tierno, tamaño como el dedo pulgar, el cual, abriéndose con el tiempo, se desparrama en unas hojuelas subtiles y luengas a manera de tiernos juncos...».

Laguna se engaña muy a las claras cuando refiriéndose a aquel cogollo grueso y muy tierno, que es el tallo fértil incipiente y de tan menguada duración, dice que se abre y se desparrama... Más atinado, Mattioli nos cuenta que los tales cogolli- tos, «muy tiernos y parecidos a bellotas, los campesinos italianos los comen para cuaresmar, primero hervidos con agua y... poi infarinati e fritti nella padella in cambio di pesce».