Licopodio

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Licopodio.png
Lycopodium clavatum L.

Licopodio (Lycopodium clavatum), ramita esporífera. (Original de Boada.)

Sinonimia

port., licopodio; cat., licopodi


Descripción

Este licopodio forma como un musgo gigantesco, con tallos rastreros y arraigantes hasta de 1 m de longitud, de los cuales brotan ramitas empinadas de medio a un palmo de altura, con los tallos y las ramas cubiertas de angostas hojas aplicadas sobre aquéllos y más extendidas o abiertas las de las ramas, pero todas terminadas en una larga y delgada seta incolora. En las ramitas añejas surgen los soportes que traen las esporas, a menudo bifurcados en su extremo y con un par de unas a modo de espigas esporangíferas. Tal como queda dicho, los esporangios nacen en la base de la cara superior de las hojitas de tales espigas, las cuales hojitas son distintas de las demás, también por su forma, entre aovada y acorazonada, con los bordes denticulados y el ápice puntiagudo. Los esporangios, cuando llegan a la madurez, se abren mediante una fisura transversal.

Maduran los esporangios durante el verano.

Se cría

En los bosques y matorrales del Pirineo, pero es sumamente rara en las vertientes españolas de aquella cordillera. No puede hacerse caso del supuesto hallazgo de este licopodio en otras localidades españolas; es también dudosa la que nos dan de la Serra da Estrela, señalada en la «Flora de Portugal», de Pereira Coutinho, con aquel asterisco indicador de no haber visto ejemplares del país. De su escacez en la Europa central da idea el hecho de que se haya puesto bajo la protección del Estado.

Polvo de licopodio. Aunque también se emplea la hierba, es decir, el tallo y las ramas de esta planta, son mucho más conocidos los llamados polvos de licopodio o azufre vegetal, que no son aquellas partes reducidas a polvo, sino las esporas de esta especie.

Cuando los esporangios están abiertos, las esporas se sueltan con sólo sacudir ligeramente la planta, o la porción esporangífera, sobre un papel, donde es fácil recogerlas. Forman un polvo de color amarillo pálido, tan ligero, que flota en el agua. Es también muy inflamable; echado sobre una llama se enciende al instante en una llamarada espectacular. Entre los recuerdos de la mocedad, guarda uno aquel experimento de rebotica realizado con un poquito de este polvo, colocado sobre la mano abierta y con la palma cara arriba, pero con los dedos muy juntos, debajo mismo de una cerilla que se sostiene entre los llamados cordial y anular. Ya encendida, se echaban al aire los polvos con un movimiento brusco de la mano, hacia arriba; y ardían súbitamente en un fogonazo de gran efecto.

Composición

Las esporas de licopodio, que se obtienen en grandes cantidades en los países nórticos, principalmente en Rusia, contienen cerca del 50 % de un aceite graso, de color amarillo verdoso, formado, en parte, (hasta el 28 %) de los ácidos palmítico, esteárico, aráquico, etc., y, en parte (hasta el 72 %), de otros ácidos grasos no saturados, con mucho ácido oleico. La materia que constituye la cubierta de las esporas es la llamada esporopolenina. Contienen asimismo azúcar, ácido cítrico, ácido málico, resina, goma, etc.

Desconocemos la composición de la hierba, esto es, de los tallos y ramas.

Virtudes

Algunos fitoterapeutas preconizan el uso de los tallos y ramas de licopodio para combatir los catarros e inflamaciones de las vías urinarias. Aunque se desconozca el verdadero mecanismo fisiológico según el cual pueden actuar en el organismo, se estiman un excelente remedio para vencer aquellos catarros e inflamaciones, las micciones dolorosas, el escozor uretral, etc. Eckstein y Flamm aseguran que tales molestias desaparecen de manera relativamente rápida con el uso del licopodio; como consecuencia de su acción estimulante de los uréteres, aumenta también la cantidad de orina emitida, al propio tiempo que la del ácido úrico.

El polvo de licopodio, es decir las esporas, por no ser higroscópicas y por no adherirse a la piel, se emplean para evitar las escoceduras; y también como detergentes, cuando se ha producido excoriación.

Uso

Como diurética y para combatir los catarros de las vías urinarias, esta planta se emplea en cocimiento. Durante un cuarto de hora se hierve una onza de la planta entera en 11 de agua, se retira del fuego y se deja enfriar. Se cuela y se toma a tazas, cuanta apetezca; advirtiendo que si falta el estímulo de la sed, puede administrarse a vasitos o a cucharadas, pero tomándolo más a menudo.

Al exterior, se hace uso del polvo de licopodio para prevenir las escoceduras y sanar las excoriaciones; después de lavado el cuerpo, y bien seco, se aplican sobre todo a los infantes y a las personas obesas. Aunque éste es un remedio tradicional para curar esta clase de inflamaciones o irritaciones cutáneas, en la actualidad su uso va decreciendo suplantado por el de los polvos de talco, de más fácil esterilización.

En otros tiempos se hacía mucho uso de este polvo, en las farmacias, para rodar píldoras, con objeto de que se adhiriese el polvo a la superficie pilular todavía húmeda y evitar así que se pegasen las píldoras unas a otras.

Historia

Los simplicistas del siglo xvi designaban el licopodio con el nombre de musgo terrestre (en latín, muceus terrestris).La más antigua de sus representaciones gráficas la trae Hieronymus Bock, por sobrenombre Tragus, en 1552.

El muscus terrestris repensde Charles de l’Écluse no se refiere a este licopodio, como podría deducirse del segundo epíteto repens, pero sí a una planta afín, a la Selaginella denticulataLink, de otra familia de esta misma clase de las licopo- diínas, que aquel famoso autor y viajero botánico halló en las cercanías de Coimbra.

En los antiguos textos de medicina de simples se empleaba la planta entera, que infundida en vino se estimaba con suficiente virtud para pulverizar o desmenuzar los cálculos y darles salida por la orina. Según Kroeber, las primeras indicaciones acerca del uso de las esporas para derramarlas sobre las heridas no aparecen hasta un siglo después, ya mediado el XVII.

No es fácil imaginar con qué especie podría confundir Quer este licopodio, tan extremadamente raro en España, cuando dice de él, copiado a la letra, lo que sigue: «Es muy común en las faldas, bosques y gargantas de nuestros montes, selvas espesas e intrincadas y desiertos, en terrenos húmedos, arenosos, entre piedras y peñascos, y abunda en los Pirineos de Cataluña, Aragón y Vizcaya, montes de Burgos, de León, de Ávila, y otros, etc.».