Enebro

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Juniperus communisL.

Ramita femenina de enebro (Juniperus communis)con sus gálbulos y detalle de una hoja. (Original de Núñez.)

Sinonimia

cast.,nebro, enebro común, enebro espinoso, enebro morisquillo, enebro real, enebro albar, enebriza, enebrosa, y en Aragón,ginebro real, grojo; port., zimbro o zirnbrocomum; cat., ginebre (genebre y genibre, en provenzal antiguo), ginebre ver, ginebre másele, ginebre negral, ginebrer, ginebrera y, en la raya de Aragón, en el Pirineo de Lérida, ginebro; el gálbulo, la nebrina de los castellanos, en catalán es ginebro, aunque, a veces, también designa el arbusto; vasc., larraon, orre, orri, arabota, agintza, aginteka, junpuru, unpuru, epuru, ipuru, ipurka, ijiñebre, iñibre


Descripción

El enebro es un arbusto de 1 o 2 m de altura, pero cuando se le deja crecer a sus anchas, sin que el hacha haga mella en él, puede formarse un arbolito más alto, de varios metros. Tiene las hojas aciculares, pero planas por arriba, tiesas y extendidas, casi punzantes, «coordinadas casi siempre de tres en tres», y con una ancha faja de un verde glauco, pruinosa, en la cara superior, que es fácil de borrar con sólo pasarle el dedo. Hay enebros que sólo echan flores masculinas; y otros sólo las dan femeninas. Naturalmente, sólo éstos llevan gálbulos, que son redonditos, de 6 a 7 mm, marcados con un triángulo en el ápice, y de color negro cuando están maduros, pero con cierta flor o pruína azulada que desaparece al manosearlos. Estos gálbulos tienen sabor dulzaino resinoso, con cierto aroma que quiere recordar el de la canela.</span>

Florece en primavera, y no madura sus gálbulos hasta el otoño del tercer año. En un mismo arbusto suelen hallarse frutos de tres años, dice Quer.

Se cría

En todo el Norte y en las montañas de gran parte del país, desde los Pirineos hasta Sierra Nevada, donde se remonta a 2.400 m. Suele convivir con el pino silvestre y el pino negral, con robles y hayas; la corta del arbolado favorece su extensión en las partes aclaradas del monte. == Composición == Según Freund (1937), los gálbulos de enebro contienen 24,5% de agua, y 75,5% de materia seca. De ésta, 46 partes son hidrosolubles; 24,6 es azúcar invertido; 3,75, proteínas; 20,8, celulosa; 2,46, cenizas; 1,34, esencia; 10, grasa; 0,36, cera; 8,34, resina, extraída en disolución alcohólica; 1,68, ácido fórmico; 0,75, ácido acético; 0,32, ácido málico; 0,31, juniperina; y pentosanas, 6. La juniperina debe ser una mezcla de materias tánicas con uno o diversos azúcares. La esencia de enebro contiene pineno a, camfeno, cadineno, terpineol, juneno (un hidrocarburo terpénico, con olor que recuerda el de la esencia de bergamota). Probablemente, contiene asimismo un derivado del ciclopentano (del 5 al 15%). El éter extrae una sustancia que da cristales aciculares de color amarillo, probablemente un ácido fenolcarbónico.

Virtudes

En la actualidad, los tratados de plantas medicinales vienen a reconocer al enebro y a sus nebrinas, los gálbulos maduros de color negro azulenco, las mismas o casi las mismas virtudes que en el siglo xvm, y sus «secretos» ya entonces habían quedado al descubierto poco menos que definitivamente. Por tanto, no será desatino, transcribiéndolo de su obra postuma, el volumen V de la «Flora Española», pág. 285, tomar de Quer los siguientes párrafos, dados a conocer en 1784: «Es sudorífico, cefálico y antihistérico; provoca los menstruos, quita las obstrucciones de las visceras, restablece el resorte de ellas y hace fluir la orina; se sirven del leño, de los cogollos y bayas. El cocimiento del leño volatiliza la sangre y la purifica por la insensible transpiración, con corta diferencia como hace el palo santo. Se prepara con él un medio baño que alivia mucho a los gotosos. El vino, cocido con las cimas del enebro, es gran diurético. Trago, Mathiolo, Hartman y Simón Paulo aseguran haber curado algunos hidrópicos con el uso de este vino. He visto bellísimos efectos y alivios con las píldoras compuestas y preparadas con dos partes de áloes y una parte de bayas de enebro. De las mismas bayas se extrae espíritu ardiente, tintura, elixir y extracto; se prepara también un rosoli, que llaman ratafia, y una especie de miel; la tintura se hace poniendo en infusión las bayas con su propio espíritu o con agua común, que se hace evaporar hasta la consistencia de miel; se llama elixir o extracto de enebro. La miel de enebro no es otra cosa que la miel común que se hace cocer con las bayas de este arbusto; es útil para lavativas, y en la disentería y tenesmo. La ratafia de enebro se prepara poniendo el fruto en aguardiente o vino de Champaña,


añadiéndole un poco de azúcar y canela. De la pulpa de bayas de enebro, mondada de las pepitas, y machacada con azúcar, se hace conserva que no tiene menos virtudes que las preparaciones que se acaban de referir. Finalmente, se quema el fruto del enebro como preservativo de la corrupción del aire; le infunden con vinagre, en tiempo de peste, para lavar las cartas, los lienzos y las vajillas. Hay pocas plantas en Europa que sean de más uso que el enebro».

Aquellas preocupaciones por los «flatos» que nuestros antepasados sentían a cada paso, las resolvían también con un «fomento carminativo» que se preparaba con las nebrinas. La «Farmacopea Matritense» de 1823 daba esta fórmula: De «bayas» de enebro, «simiente» de anís y cloruro amónico, 1 onza de cada cosa; de flores de manzanilla, 2 onzas. Machacados estos simples, han de cocer un poco en 4 libras de agua; se cuela, y a lo colado se añade 1 libra de espíritu de vino. Es carminativo, expele los flatos y evacua el vientre.

Los autores modernos, tratándose del empleo de las nebrinas para estimular la función renal, recomiendan no hacer uso de ellas cuando el paciente tiene los riñones inflamados; porque su uso agravaría el mal; y las recomiendan, sobre todo, a los hidrópicos y a los arterioscleróticos.

En el licor llamado beata-maría, aquel famoso Sovatger de los puertos de Tortosa y de Beceite, poco menos que un mago de nuestros tiempos, recomendaba poner las nebrinas de está especie, ginebrons vers (las verdaderas nebrinas), dejando en manos del preparador la cantidad precisa: 5 o 7 o 9..., decía, pero desde luego en número impar.

El empleo casero de las nebrinas no puede ser más sencillo, porque pueden tragarse como si fueran píldoras; por ejemplo, media docena (o 7, si admiramos los números impares) después de cada comida. Como no todo el contenido de los gálbulos puede disolverse en el agua, es forma más adecuada tomarlos como píldoras. Pero quien prefiera la infusión, y sobre todo las mezclas, puede preparar un cocimiento de 1 onza de cebada perlada en 1 1 de agua, y pasado mi cuarto de hervor, añadirá al cocimiento de cebada 1 onza de nebrinas a poder ser frescas, recién recolectadas, tapará el cacharro y lo retirará de la lumbre. Este cocimiento es un diurético excelente y de buen aroma, que se endulza con miel a gusto de cada uno.

La ginebra, tan empleada en los países del Norte, es el alcohol, generalmente de granos, destilado con nebrinas, las cuales comunican su aroma al aguardiente. En noviembre de 1957, la prensa publicó el siguiente comunicado acerca de esta bebida: «Los médicos de Londres han sido legalmente autorizados para prescribir ginebra a sus pacientes, de acuerdo con una decisión adoptada por la Junta Británica de Doctores. Al parecer, la ginebra produce sensación de bienestar. Antes de adoptarse la decisión mencionada se escuchó la declaración de un médico inglés que informó a la Junta sobre un paciente suyo, aquejado de una enfermedad incurable, al que facilitaba ginebra como medicina. No ha sido facilitado el nombre del doctor ni el del paciente, así como tampoco la clase de enfermedad incurable a la que el médico hizo referencia».

Historia

En el Libro I, Dioscórides se expresa como sigue al tratar del enebro: «Hay dos especies de enebro, la una pequeña y la otra grande, pero entrambas son agudas al gusto. El enebro calienta, provoca la orina, y, perfumado, hace huir las serpientes. Su fructo, llamado también arceuthis, unas veces cresce tan grande como una nuez y otras como una avellana, el cual es redondo, oloroso, dulce al gusto y un tanto amargo. Calienta y restriñe mediocremente, y es amigo al estómago. Bebido, vale contra las pasiones del pecho, contra la tose, contra las ventosidades, contra los tortijones del vientre y contra las mordeduras de animales emponzoñados. De más desto, hace orinar, y es útil a las rupturas y espasmos de nervios, y a la sufocación de la madre».

Laguna añade los siguientes comentarios: «El enebro es planta muy conoscida, cuya madera, suavemente olorosa, dura sin corromperse muchos centenares de años. El ffucto que produce es redondo, azul y cual nos le pinta Dioscórides. Mana del enebro una cierta goma semejante a la almástiga, la cual se dice vernix y sandarax en la lengua arábica, por donde algunos idiotas, corruptamente, le dan el nombre de sandáraca, dado que (léase, aunque) la sandáraca de Dioscórides y de todos los griegos es una especie de oro- pimente roja, venenosa y muy corrosiva. Por eso conviene advertir que a do quiera que halláremos escripto, en los libros de los árabes, sandáraca, se debe entender la goma del enebro, que llamamos vulgarmente grasa en Castilla; ansí como el oropi- mente cuando en los libros de los autores griegos la viéremos. Hácese desta goma de enebro y del aceite de simiente de lino un barniz líquido muy útil para dar a las pinturas buen lustre, y para embarnizar toda suerte de hierro; el cual también aprovecha infinito para mitigar el dolor y para relajar la hinchazón de las almorranas. La goma del enebro resuelve y madura el catarro, restaña el flujo del menstruo, enjuga las humidades superfluas, mata los geusanos que en el vientre se engendran, y, mezclado con aceite rosado, sana las resquebrajaduras del sieso. El aceite de enebro es útil a todas las enfermedades frías y húmidas de los nervios. La goma del enebro es caliente y seca en el grado primero; ansí como en el tercero sus hojas. Su fructo, comido en ayunas, resuelve la flema y las ventosidades del estómago. Las astillas del enebro son útiles para mondar los dientes, porque los confortan como el lentisco; el humo de las cuales purifica el aire corrupto, y por esto es muy conveniente en tiempos de pestilencia».

Aunque no venga del todo a cuento en estos comentarios sobre plantas medicinales, nos es grato recordar que Ignacio de Asso, en la «Synopsis plantarum indigenarum Aragoniae», (1779), refiere que vio utilizar la resina de este enebro en la ermita de Santa María, del Monte Herrera, en Aragón, a guisa de incienso, y observó que desprendía gratísimo aroma.

Observación

En los tesos de las altas montañas, y, sobre todo en el Pirineo, se cría el enebro enano, que no es sino una variedad del enebro común (variedad montana Aitón). Forma matas achaparradas, con las ramas tendidas, las hojas no tan abiertas, sino enhiestas y aplicadas sobre las ramitas, a proporción más anchitas y menos largas, es decir, poco más largas que las nebrinas que cobijan, no tan tiesas ni tan punzantes. Esta variedad tiene las mismas virtudes del enebro común, y se usa lo mismo.