Categoría:Royas

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Reciben el nombre de royas ciertos basidiomicetes de vida parasitaria que se desarrollan en el seno de otros vegetales, a cuyas expensas se nutren. Los filamentos del hongo, pues, no discurren en el mantillo de los bosques y prados, sino inmiscuidos entre las células de las plantas en que se hospedan, de las cuides toman su nutrimento. Los aparatos reproductores, a menudo muy simplificados y siempre diminutos, se forman sobre las hojas y tallos de la planta en que se aloja la roya. La roya por excelencia es la Puccinia graminis, de la familia de las pucciniáceas, que se desenvuelve en el trigo y en otras gramíneas, y se manifiesta por mías prolongadas manchas pulverulentas, de color royo o rojizas, que surgen en la superficie de las hojas de los cereales arroyados cuando están en ciernes o antes. Más adelante, el mismo honguillo, y sobre la misma planta, da otras esporas, más recias, de color pardo oscuro, que constituyen la llamada roya negra. Estas esporas de la roya negra, destinadas a invernar en el suelo de las tierras de pan llevar, sólo germinan pasado el invierno, cuando las mueven a ello la temperatura bonancible y la humedad adecuada de la primavera. Al germinar, las células de esta espora perdurante arrojan un filamento miceliano tabicado, semejante al basidio de las auricularias; sólo que, en las royas, estos basidios no nacen de los aparatos reproductores, sino de aquellas esporas invernantes de la roya negra. Lo curioso del caso, tratándose de la Puccinia graminis o roya de los cereales, es qúe las basidiósporas no son capaces de infectar de nuevo las gramíneas de que proceden, sino otra planta distinta, el agracejo, en cuyo seno se desarrolla después el honguillo, o, por mejor decir, otra fase o estadio del honguillo. En las hojas del agracejo, tanto en la haz como en el envés, se forman diminutas pústulas esporíferas promovidas por este mismo honguillo. Las esporas del envés de las hojas pueden inficionar los cereales y producir en ellos, de nuevo, la roya propiamente dicha, y, más tarde, la roya negra. Durante los años de primaveras húmedas y lluviosas, la roya, en pleno auge, puede menoscabar las cosechas de cereales. Pero si hemos traído a colación este tema en un libro de plantas medicinales no es para enseñar cómo se pueden combatir y evitar las royas, sino para llamar la atención de los colectores de especies medicinales y advertirles que no deben darlas por buenas cuando están arroyadas. Tratándose de malvas o de otras plantas de la misma familia, por ejemplo, es muy frecuente que contraigan esta enfermedad, producida por la llamada puccinia de las malvas (Puccinia malvacearum). El ciclo evolutivo de esta especie es mucho más sencillo que el de la roya de los cereales. Sobre la planta invadida sólo producen un tipo de esporas, que nacen formando a manera de diminutas y apretadas almohadillas debajo de la epidermis de la hoja, desgarrada la cual, se muestran al exterior. Lo mismo que las de la roya negra del trigo, estas esporas se componen de un par de células, que producen sendos basidios con cuatro esporas cada uno. Estas basidiósporas infectan de nuevo las malvas y propagan así la enfermedad.

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